El proceso de independencia, sabemos, no fue una obra de ese "nosotros" sino solo de una fracción de los de arriba, por más que segmentos populares e indígenas constituyeran una fuerza social de apoyo imprescindible. De los de abajo, muchos ni siquiera comprendieron el significado de la ruptura y otros tantos aprovecharon el desenlace para pasar a otra fase de la larga guerra contra el invasor.
Sabemos que aquí la independencia fue impulsada y organizada por los de arriba, que a diferencia de Haití o de otros territorios como
En efecto, los colonialistas ahora devenidos "independentistas", "patriotas", "chilenos", tuvieron que hacer lo que toda elite de poder debe hacer para constituirse y legitimarse: proveerse de una identidad política-ideológica, de una iconografía, de una institucionalidad y de normas, todas condiciones necesarias para inventar, sobre un territorio originariamente robado, una nación, un Estado y un país a su imagen y semejanza. Y este invento histórico, como antes la conquista y la colonización, se fundó en un acto de fuerza, fuerza ejercida ahora contra los realistas y sus aliados pero sobre todo contra los de abajo, fueran éstos los integrados al nuevo modelo de acumulación (los explotados), o bien, los "extranjeros internos, los pueblos indígenas resistentes (los oprimidos). Por ello, este invento acaecido en la periferia de la economía mundial, nació doblemente fracturado: el "nosotros" incluía en calidad de explotados a las masas trabajadoras destinadas a generar excedentes (primera fractura), y excluía, en calidad de oprimidos aunque no explotados, a los que había que desplazar o exterminar para continuar la ocupación y apropiación de tierras y demás recursos (segunda fractura).
Estas fracturas serán el trasfondo estructural de la lucha de clases entre capital y trabajo y entre opresor y oprimido que recorrerá toda la historia de este invento llamado Chile. Toda la política, todas las estrategias y todas las tácticas, de los de arriba y de los de abajo, tendrán ese telón de fondo; desde el lejano pasado hasta este mismo instante cuando, en el norte, 33 mineros, enterrados a más de
En segundo lugar, debemos insistir en que el proceso de consolidación del capitalismo chileno ha requerido disciplinar social e ideológicamente a los explotados incluidos y a los oprimidos excluidos. La estrategia de disciplinamiento social y económico combinó garrote e imposición de la escasez. Las leyes contra el bandolerismo y el vagabundaje para forzar al trabajo asalariado, las guerras de pacificación para someter, desplazar y "liberar" tierras y recursos, y las múltiples formas de represión, dejaron una estela de lodo y sangre, fue la huella del capital obligando a grandes masas a emplearse para hacerse de las mercancías para vivir, y a otras, al éxodo hacia las profundidades o hacia los bordes del territorio para sobrevivir a la constitución de
No son de extrañar entonces los ce-hache-í-ele-é, las banderas chilenas en el fondo del socavón, la valentía "del chileno", alentada y difundida por toda la prensa del poder, mientras el silencio, la negación, se reservan para las vidas que hora a hora continúan consumiéndose en las celdas de las chilenas cárceles del sur. Solo las franjas más conscientes de los explotados y los oprimidos, solo los espíritus más sensibles, los luchadores a toda prueba, han sacado la voz denunciando la trampa ideológica y el cerco informativo del poder, un poder que ha colonizado nuestras mentes con su Patria y su "Raza".
Y en tercer lugar, no está demás recordar que la clase dominante reconfigurada al ritmo de la independencia, por más que apelara al nacionalismo frente a las masas, no asumió nunca un carácter "nacional" con intereses estructuralmente opuestos al orden mundial. Por el contrario, desde siempre ligó su ideología e intereses al centro. Y que no nos llamen a confusión las múltiples contradicciones fraccionales que la han acompañado, pues desde carreristas y o´higginistas a neoliberales y republicanos, pasando por liberales y conservadores, éstas se relacionaron más con las vicisitudes del propio centro metropolitano que con la emergencia de proyectos genuinamente "nacionales" con propósitos contrapuestos al capital mundial.
La economía chilena, desde el boom del trigo, del guano, del salitre, del cobre, o de los recursos naturales no cupríferos de nuestros días, así como la propia "sociedad chilena", ha sido en general una sociedad extravertida y dependiente. Por ello en el origen de la independencia, la disputa entre pro yanquis y pro ingleses; por ello ahora, después de casi un siglo de hegemonía estadounidense, la recolonización del territorio y sus riquezas por el imperialismo europeo y en particular por el español.
Casi pudiera decirse, rememorando a Luis Vitale, que las clases dominantes inventaron Chile para venderlo, que inventaron este artificio jurídico-político, este Estado, para expropiar a los originarios y para explotar a los trabajadores haciéndolos titulares de una supuesta ciudadanía reconocida por ese truco llamado Chile que hoy cumple doscientos años.
Así las cosas, la independencia ha sido, por una parte, un largo proceso de apropiación y expropiación de las fuentes de riqueza de los originarios, y por otra, de apropiación y expoliación del talento productivo de los nacidos y criados como fuerza de trabajo. Se trata de una independencia del capital, de una independencia cuyo lado oscuro ha sido y es la sistemática y creciente guerra contra la autonomía, soberanía, y libertad sustantivas de los oprimidos y explotados, valores que reconocidos episódicamente en las constituciones y leyes, se niegan diariamente en las prácticas vitales. El capital ha construido su matrix patriótica, racista y capitalista y se dispone triunfante a celebrar su cumple siglo. Es tarea nuestra, al menos en esta vuelta, aguarle la fiesta; ya habrá ocasión para enfrentarle en toda la línea y disputarle radicalmente el presente y el futuro. Por ello entonces, nada que celebrar, mucho que organizar.
Santiago, 1 de septiembre de 2010
Rafael Agacino
Investigador Plataforma Nexos.
Fuente: Resumen
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