martes, 17 de enero de 2012

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS 2012

Entendemos que hoy en día, los contextos bajo los que se desarrolla nuestra sociedad han cambiado, la historia ha demostrado que los aciertos planteados por nuestra generación fundadora, si bien continúan siendo vigentes, se han visto enfrentados a turbulentos cambios, que nos dejan en una situación a la que debemos hacer frente con la mayor de las responsabilidades. Entendemos también que las contradicciones del capitalismo se han perpetuado, continuando con las mismas lógicas, solo que ahora bajo nuevas formas de dominio. De ahí el surgimiento de esta declaración de principios, fruto de un largo proceso de discusión orgánica y lo que creemos es una acertada contextualización del periodo y un profundo análisis de la situación política nacional e internacional.

I
El MIR se organiza para ser la vanguardia marxista-leninista de la clase trabajadora, entendida como la clase productora de la riqueza y demás capas oprimidas de Chile que buscan la emancipación nacional y social. El MIR se considera el auténtico heredero de las tradiciones revolucionarias chilenas, continuador de la trayectoria socialista de Luis Emilio Recabarren, y del impulso de la máxima expresión del germen del poder popular llevado a cabo por nuestra generación fundadora. La finalidad del MIR es el derrocamiento del sistema capitalista y su reemplazo por un gobierno de trabajadores y campesinos, dirigido por los órganos del poder proletario, cuya tarea será construir el socialismo destruyendo el Estado burgués y extinguiendo el nuevo estado socialista hasta llegar a la sociedad sin clases. La destrucción del capitalismo implica un enfrentamiento violento y revolucionario contra las clases dominantes.
II
El MIR fundamenta su acción revolucionaria en el hecho histórico de la lucha de clases. Los explotadores, por un lado, asentados en la propiedad privada de los medios de producción y de cambio; y por otro los explotados, mayoría aplastante de la población, que sólo cuentan con la fuerza de trabajo, de los cuales la clase burguesa extrae la plusvalía. El MIR reconoce al proletariado como la clase de vanguardia-revolucionaria que deberá ganar para su causa a los campesinos, intelectuales, técnicos y clase media empobrecida. El MIR combate intransigentemente a los explotadores, orientado en los principios de la lucha de clase contra clase y rechaza categóricamente toda estrategia tendiente a amortiguar esta lucha.
III
El siglo XXI es el siglo de la expansión global del sistema capitalista y de la agudización de sus contradicciones. El desarrollo de la ciencia, la técnica y la tecnología ha recrudecido las crisis periódicas, aumentando los millones de desocupados y la pauperización, a causa de que en el régimen capitalista la producción es social, pero la apropiación es individual. El sistema capitalista, en su etapa superior, el imperialismo, no puede ofrecer a la humanidad otra perspectiva que no sea el régimen dictatorial y la guerra, como un intento último para salir de sus crisis crónica de estructura, pese a la acumulación de conocimientos, poniendo en peligro la supervivencia de la especie y del medio ambiente. Pretende ocultar en determinados periodos, su régimen de dictadura burguesa, ejercido a través del Estado opresor, hablando en abstracto de la libertad, pero sus contradicciones lo llevan inevitablemente al fascismo y sus nuevas formas.
IV
El rasgo más sobresaliente de las últimas dos décadas, a partir de la caída de los socialismos reales, es el carácter mundial que ha adquirido la contra-revolución capitalista. Todos los continentes han sido sacudidos por la historia y la relación de fuerzas entre las clases ha cambiado en un sentido favorable al imperialismo. Un tercio de la humanidad -más de dos mil millones de personas- ha pasado de la caricatura de los “socialismos reales” a transitar nuevamente por el capitalismo, dando de nuevo vigencia a la posibilidad de un proyecto socialista de carácter revolucionario que garantice las libertades humanas, el control y usufructo de la producción por la clase trabajadora. El triunfo de las revoluciones en numerosos países atrasados, demostró la posibilidad real de alcanzar el poder mediante el derrocamiento de los estados burgueses y sus aparatos represivos, demostrando que todas las naciones tienen condiciones objetivas suficientes para realizar la revolución socialista; sin embargo esto no garantizó la construcción del socialismo.
Las luchas por la liberación nacional y la reforma agraria del siglo pasado carecieron de un proceso de revolución permanente e ininterrumpida quedando obsoletas en el mediano plazo, transformando la efervescencia de las revoluciones sociales en castas burocráticas parasitarias que hoy en día son parte servil de las nuevas elites transnacionales, demostrando así que sin una revolución permanente y de carácter internacionalista que lleve al derrocamiento total de la burguesía, no hay posibilidades efectivas de liberación nacional y reforma agraria integral, tareas democráticas que se deben combinar con medidas socialistas, de carácter étnico, medioambientales, sexuales y de género.
La revolución en los países coloniales y semicoloniales del siglo XX no resolvió los problemas básicos del socialismo y por ende las necesidades básicas de sus poblaciones. Mientras la revolución no triunfe en los países altamente industrializados siempre estará abierto el peligro de una guerra nuclear y el uso de armas de un nivel científico avanzado y de un poder destructivo de alcance inimaginable, impidiendo conquistar la sociedad sin clases. El imperialismo no será derrotado con la mera competencia económica entre los regímenes sociales opuestos, sino por medio de la revolución socialista en los propios bastiones del imperialismo.
V
Las condiciones objetivas están más que maduras para el derrocamiento del sistema capitalista. A pesar de ello, el reformismo y el revisionismo siguen traicionando los intereses de la clase trabajadora. De ahí que la crisis de la humanidad se concretiza en la crisis de dirección mundial de dicha clase. Sin embargo, la adecuación permanente al modelo ha producido una crisis en los partidos políticos tradicionales de izquierda y nuevamente ha comenzado a surgir una generación de revolucionarios que abren la perspectiva histórica para la superación de la crisis de dirección del proletariado y que constituyen nuevamente una posibilidad de revolución en Chile y el cono sur.
VI
Chile se ha convertido en una neocolonia, de desarrollo capitalista atrasado, dependiente, desigual y combinado. A raíz de su atraso, es un país exportador de materias primas de carácter minero, silvoagrapecuario e industrial.
En 200 años de desgobierno las castas dominantes no han desarrollado la agricultura y por ende han renegado de la soberanía alimentaria, han sobre explotado la minería, la pesca y la tierra en el sector forestal, además de desmantelar la industria manufacturera, han privatizado nuestros principales medios de producción, entregando las fuentes de riqueza al imperialismo, hipotecando la independencia nacional en términos energéticos, alimentarios, políticos, económicos y culturales, con pactos y compromisos internacionales; han convertido a Chile en un paraíso fiscal para las transnacionales, en consecuencia somos uno de los países con la peor repartición del ingreso a nivel mundial, con un alto nivel de analfabetismo funcional que no le permite a la población cuestionar mayormente su realidad, con un grave déficit alimenticio y habitacional en términos cuantitativos y cualitativos. La trayectoria de las clases dominantes desde la declaración de nuestra Independencia en el siglo XIX hasta el presente, ha demostrado la incapacidad de la burguesía criolla y sus partidos para resolver las tareas democrático-burguesas que son, fundamentalmente, la liberación nacional, la reforma agraria y la liquidación de los vestigios semifeudales. Rechazamos, por consiguiente, la "teoría de las etapas" que establece equivocadamente, que primero hay que esperar una etapa democrático-burguesa, dirigida por la burguesía industrial, antes de que la clase trabajadora tome el poder.
Combatiremos toda concepción que aliente ilusiones en la "burguesía progresista" y practique la colaboración de clases. Sostenemos enfáticamente que la única clase capaz de realizar las tareas "democráticas" combinadas con las socialistas, es la clase trabajadora a la cabeza de los campesinos y de la clase media empobrecida.
VII
Las directivas burocráticas de los partidos tradicionales de la izquierda chilena defraudan las esperanzas de los trabajadores; en vez de luchar por el derrocamiento de la burguesía se limitan a plantear reformas al régimen capitalista e inclusive a administrarlo, en el terreno de la colaboración de clases, engañan a los trabajadores con una danza electoral permanente, olvidando la acción directa y la tradición revolucionaría de la clase trabajadora chilena. Incluso, sostienen que se puede alcanzar el socialismo por la vía "pacífica y parlamentaria", como si alguna vez en la historia las clases dominantes hubieran entregado voluntariamente el poder.
El MIR rechaza la teoría de la "vía pacífica" porque desarma políticamente a la clase trabajadora y por resultar inaplicable ya que la propia burguesía es la que resistirá, incluso con la dictadura totalitaria y la guerra civil, antes de entregar pacíficamente su poder y privilegios como clase dominante, como nuestra propia historia lo señala. Reafirmamos el principio marxista-leninista de que el único camino para derrocar el régimen capitalistas es la insurrección popular armada.
VIII
Frente a estos hechos, hemos asumido la responsabilidad de refundar el MIR para unificar, por encima de todo sectarismo, a los grupos militantes revolucionarios que estén dispuestos a emprender rápida, pero seriamente, la preparación y organización de la Revolución Socialista Chilena.
El MIR se define como una organización marxista-leninista, que se rige por los principios del centralismo democrático.
Movimiento de Izquierda Revolucionaria
Concepción, Enero de 2012.