Este año ha comenzado con una tendencia a la movilización social, esta vez no solo por las demandas estudiantiles, sino también por sectores de la población doblemente ultrajados por la explotación de la fuerza de trabajo y del centralismo característico del actual patrón de acumulación, ejemplos claros son los casos de Aysén y la zona norte del país. Este flujo, es en gran medida, producto de la precarización general en las condiciones de vida de las personas y el despojo de sus derechos sociales básicos, como efecto de la acción ininterrumpida del modelo por más de 30 años. Junto con esto se presenta una “crisis de legitimidad” de la institucionalidad, que se traduce en una desacreditación de los partidos y del sistema político, lo que es favorable en cuanto se desconfía de la institucionalidad impuesta por la dictadura, pero que trae aparejado un problema que a la vez es producto de esta misma: el rechazo a la “política en general” y la desconfianza popular a constituir su propia fuerza política, es decir, de tomar su rol histórico de clase. A lo ya expuesto agreguemos la clara identificación del actual gobierno con el bloque dominante que concentra las riquezas del país, sumado a la práctica de “contra-insurgencia” implementada desde el Ministerio del Interior a las masas movilizadas, actuando incluso fuera de su propia legalidad. A pesar de todo no debemos confiarnos, pues la actual crisis de legitimidad puede ser superada por el bloque dominante entregando concesiones sectoriales, haciendo ciertos cambios en la institucionalidad para oxigenar al modelo con la acción social focalizada y la extensión del clientelismo. Si no somos capaces de cambiar la relación de fuerzas dadas en las coyunturas y posicionarlas a favor del pueblo, este jamás podrá acumular la fuerza social revolucionaria que sea capaz de desarrollar organizaciones que disputen y resuelvan la cuestión del poder.
Enfocándonos en el plano de las reivindicaciones por la educación pública, la demanda por la educación gratuita se ha hecho transversal y general, si bien esto ha logrado consenso en torno al objetivo principal, ha ido en desmedro de otras tan importantes como la democratización, junto con la ausencia de un discurso clasista en el contenido de la demanda, contenido que tiene que ver más con la democracia en los establecimientos, entendiendo esta como lo que trasciende al financiamiento, sabiendo que este eje permitiría articular el acceso, pertinencia, calidad, etc. En consecuencia, no hay claridad de en que medida la educación gratuita es una victoria estratégica para el pueblo, considerando que se ha tenido en cuenta en principalmente a las universidades del Consejo de Rectores, utilizando el argumento de que son éstas las realmente públicas”, eludiendo el hecho de que algunas son privadas y manejadas por corporaciones financieras que no tienen necesariamente intereses altruistas. Debemos mencionar además que si bien la composición de clase en algunas de ellas es popular (en las universidades regionales por ejemplo, o en carreras con menores puntajes de ingreso), la mayoría de los hijos de la clase trabajadora estudia fuera de ellas, en instituciones privadas como institutos y centros de formación técnica, de los cuales un sector bastante reducido ha participado de las movilizaciones.
El peor problema de levantar una demanda “demo-burguesa” o “progresista”, es cuando no hay una conducción de éstas por parte de la clase trabajadora y una orientación consciente por parte de sus organizaciones políticas. Sabemos que la educación está inserta en la superestructura de la sociedad, por lo tanto es un instrumento de dominación –ideológico–, pero a la vez es producto de la praxis social, por lo que incide en ella, posibilitando la creación de bases objetivas de una nueva sociedad y educación socialista, pues en palabras de Marx “Necesitamos otra educación para otra sociedad y otra sociedad para otra educación”, por eso también debemos plantearnos al mismo tiempo en perspectiva estratégica de la Revolución Socialista, pues los cambios que añoramos en la educación, dentro de los parámetros capitalistas, simplemente no son posibles. Es necesario entonces cambiar el actual paradigma neo-liberal de educación, pero para entregar realmente la educación y la universidad al pueblo, en una lucha ideológica y política permanente en los mismos espacios que actualmente son patrimonio de la burguesía. Establecer lo que Gramsci enunciara como trinchera de la clase obrera, pues conquistar esta posición no es una victoria definitiva, sino que constituye una retaguardia popular en las luchas que desatamos contra los capitalistas. Distinguimos igualmente dos enemigos simultáneos: “el enemigo inmediato y el enemigo principal”. Si aplicamos esto al movimiento estudiantil el enemigo inmediato lo componen las múltiples instituciones y establecimientos de educación secundaria y terciaria; mientras que el enemigo principal, sin duda, es el modelo económico y la institucionalidad que amparan y dan legalidad al actual mercado de la educación, y por supuesto, el bloque dominante que le ha dado forma. La caracterización de éstos nos dice que el golpe asestado en uno influye directamente sobre el otro, pero se distinguen en la proximidad y niveles de abstracción de la lucha. Con esta premisa llamamos e impulsamos a movilizar rápida y certeramente las fuerzas contra el enemigo inmediato.
También es importante decir que no hemos tenido la capacidad, como estudiantes, de implementar una táctica adecuada que nos permita replegarnos pero sin retroceder, esto quiere decir que en los últimos 20 años o hemos luchado por demandas cortoplacistas, internas o economicistas (como en gran parte de los 90´), o luchamos por demandas con un nivel de abstracción elevado, como el luchar contra una “ley” (el 2006 contra la LOCE) que difícilmente lleva a una victoria, pues esta se da en un plano concreto, y la respuesta a esta movilización fue otra ley con distinto nombre, si bien no podemos negar la contribución de estas a la lucha social en Chile, el problema es el constante desconcierto generalizado luego de la finalización de cada uno de estos procesos de movilización, en los que para la gran mayoría no queda otra opción que esperar a que vuelva a florecer una nueva coyuntura favorable y una receta de demandas que incentiven lo suficiente como para retomar el proceso por parte de generaciones que muchas veces deben sufrir una sensación ya “cíclica” de derrota, como es el mencionado caso de la generación que vivió los procesos del 2006 y 2011, y aunque se reconoce plenamente el mérito de esta generación de tener la capacidad de sobreponerse, el problema de esto radica en que no se ha logrado constituir en las últimas décadas una coherencia político-histórica que permita obtener claridad y un avance concreto entre los procesos que florecen cada cierto tiempo, cuando se logra superar la derrota anterior. En este sentido, en el presente año han sido los estudiantes secundarios (especialmente asociados a la ACES) el sector más consecuente, los cuales han retomado las movilizaciones a través de distintos métodos de acción y formas de lucha (marchas, tomas, cortes de ruta, etc.) con el objetivo de reimpulsar las demandas por la educación, pero al mismo tiempo introduciendo una perspectiva clasista en la lucha; rescatamos con firmeza la mencionada consecuencia de este sector relacionada a su mayor composición por nuestra clase, pero también -y con humildad- hacemos un llamado a la formación política, único elemento que les permitirá evitar que la verborrea radical de las organizaciones que se jactan falsamente de recoger la política rojinegra -utilizando y manoseando su imagen e historia- y del reformismo, las coopten corrompiendo a jóvenes dirigentes con el viejo cuento electoral que nunca en la historia ha entregado victorias efectivas al pueblo pobre y explotado. Estos grupos tienen a su vez fuerte presencia en la CONFECH, a lo que se suma la carencia de direccionalidad y consecuencia política de aquella organización, limitando su accionar al puro emplazamiento y presión hacia el gobierno y los partidos burgueses alineados en el congreso. Por lo tanto, la vinculación y ligazón de los sectores de origen popular más consecuentes del estudiantado secundario-universitario se transforma en una urgencia, en pos de dotar al movimiento de unidad de acción y coherencia política -de las cuales ha carecido- fortaleciendo a su vez, la organización de éstos con otros sectores formando los cimientos de una base estratégica para lucha popular.
En resumen, hacemos un llamado a tener en cuenta -por supuesto entre muchos otros- los aspectos mencionados, que rescatamos por su importancia en base al análisis y la experiencia de aciertos y derrotas durante la historia de la lucha político-social de nuestro pueblo.
“La potencia vendrá en la acción, fogueémonos con ella, de novatos que somos devendremos experimentados, y aquellos que no consienten en arriesgar su condición material algo privilegiada que abandone la pose, que abandonen la pelea, ya otra generación se abre paso para la continuidad del proyecto revolucionario.”
¡¡A 47 años, con el ejemplo de la izquierda revolucionaria, ni un paso atrás, la lucha continua!!
¡¡Es luchando como avanza el pueblo!!
ZONAL SUR
MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA
MIR
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